Como ocurre a veces con los políticos, supongo que las ovejas negras son las que acaban por dar fama a todo el rebaño pero, si eres periodista/comunicador quizá alguna vez te han dicho cosas como:
- No te lo cuento que a saber dónde lo publicas.
- ¿No tendrás una grabadora en el bolso?
- Vosotros los periodistas siempre estáis igual
- Sólo sacáis lo que os interesa.
- Bailáis el mismo son que el Gobierno de turno.
- Todos los periódicos dicen lo mismo.
- Eso que has publicado no es lo que yo dije...
- De esto la prensa no informáis.
- De esto la prensa no informáis.
- Etc. etc. etc.
Sin entrar a valorar de nuevo las ocasiones en las que nosotros mismos tiramos piedras contra nuestro propio tejado, como las que describí en mi post anterior o como la que Rafa Merino detalla tan acertadamente en su post sobre el bulo de la donación de Andrés Iniesta, siempre me he preguntado por qué el de los periodistas en general es un colectivo que no cae simpático.
Y en esta ocasión no me refiero al periodismo en general, sino a los periodistas, esos plumillas que grabadora, micro o libreta en mano sudan tinta para dignificar su trabajo. Esos profesionales que muchas veces ven cómo por culpa del instrusismo su vocación queda denostada. Esas personas que hoy ven cómo se quedan sin nada porque nadie parece echarles de menos...
Se supone que se hace un papel fundamental en la defensa de algunos derechos de los ciudadanos y, en cambio, nos encontramos con que son los ciudadanos, de a pie o con cargo, los que en muchas ocasiones nos niegan ese papel de una manera injusta, tomando la parte por el todo.
¿Será porque cada uno quiere leer, ver o escuchar su verdad? ¿Será que la verdad es que nos hemos dejado contaminar demasiado por los poderes, intereses de los grandes grupos, etc.? ¿Será que no nos hemos sabido defender a nosotros mismos de esos intrusos? ¿Será que tenemos complejos inconfesables?
Qué será, será...
Sin entrar a valorar de nuevo las ocasiones en las que nosotros mismos tiramos piedras contra nuestro propio tejado, como las que describí en mi post anterior o como la que Rafa Merino detalla tan acertadamente en su post sobre el bulo de la donación de Andrés Iniesta, siempre me he preguntado por qué el de los periodistas en general es un colectivo que no cae simpático.
Y en esta ocasión no me refiero al periodismo en general, sino a los periodistas, esos plumillas que grabadora, micro o libreta en mano sudan tinta para dignificar su trabajo. Esos profesionales que muchas veces ven cómo por culpa del instrusismo su vocación queda denostada. Esas personas que hoy ven cómo se quedan sin nada porque nadie parece echarles de menos...
Se supone que se hace un papel fundamental en la defensa de algunos derechos de los ciudadanos y, en cambio, nos encontramos con que son los ciudadanos, de a pie o con cargo, los que en muchas ocasiones nos niegan ese papel de una manera injusta, tomando la parte por el todo.
¿Será porque cada uno quiere leer, ver o escuchar su verdad? ¿Será que la verdad es que nos hemos dejado contaminar demasiado por los poderes, intereses de los grandes grupos, etc.? ¿Será que no nos hemos sabido defender a nosotros mismos de esos intrusos? ¿Será que tenemos complejos inconfesables?
Qué será, será...
1 comentarios:
Buenas Laura, gracias por la mención!
Comentarte que he lanzado la plataforma nomasbulos.com para ir documentando casos como el de Iniesta, de rumores generalizados y demás.
Un saludo : )
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